Nuestra Villa
Nuestra villa

La nueva villa medieval de Oter de Fumos fue fundada por el rey Alfonso VIII de Castilla alrededor de 1182. En una escritura otorgada en Astorga en el año 974 se designa al lugar con el nombre de Autero de Fumos. En el año 1194, se firmó el Tratado de Tordehumos entre los reyes Alfonso IX de León y Alfonso VIII de Castilla, convocados por el cardenal Gregorio, Legado del Papa Celestino III. El texto del Tratado dice que se firmó en Tordehumos: “Facta carta Apud Oterium de Fumis”.  Este Tratado, junto con el posterior matrimonio entre Alfonso IX, rey de León, y doña Berenguela de Castilla, hija de Alfonso VIII, pusieron los cimientos de la posterior unión de los reinos en la persona del hijo de ambos, Fernando III "El Santo" (1230).

En el Libro de las behetrías de Castilla, conocido como Becerro, (s. XIV) se incluye a Oterdefumos y sus aldeas en la Merindad del Infantazgo de Valladolid. Fue antigua plaza fuerte, rodeada por murallas que partían desde el castillo y circundaban todo el pueblo. Llegó a contar con 6 iglesias.

El día 27 de noviembre de 1520 llegó a Tordehumos don Pedro Girón al mando del ejército de los Comuneros y “le entró por fuerza, aunque había presidio del Almirante. Fue saqueando el lugar y se alojó allí con parte del ejército”.  Pocos días después, Girón dirigió el ejército comunero hacia Villalpando y, enseguida, llegaron a Tordehumos las tropas imperiales desde Medina de Rioseco.

 

Aunque algunos han defendido que el nombre de Tordehumos provenía de "Torre de los Humos", haciendo referencia a antiguas prácticas medievales, lo cierto es que el topónimo hace referencia al otero o cerro a cuya sombra se fundó la villa nueva medieval. El topónimo o nombre propio de la villa nueva fue modelándose con el paso del tiempo. Don Juan Ortega Rubio, cronista de la Excelentísima Diputación Provincial de Valladolid, en su libro “Los pueblos de la provincia de Valladolid”, publicado en 1895, dice al iniciar su artículo sobre Tordehumos: “La villa de Tordehumos tiene 1575 habitantes, y tres parroquias de Santa María la Sagrada, San Miguel y Santiago; además, dos ermitas del Santísimo Cristo y de San Roque. Su nombre se deriva de Otero, como Tordesillas …”

En la Baja Edad Media (siglos XI a XV) se producen una serie de cambios fonéticos que afectan a los topónimos. Así, en la lengua romance, de Autero de fumos se pasa a Otero de fumos, de ahí a Oter de fumos para finalizar en Tordehumos. En la Crónica de Alfonso Onceno (1311-1350) aparece Oterdefumos. En el siglo XIV (1345), en un libro de la diócesis de Palencia, en el que se enumeran todas las parroquias de la misma y su localización, se llama a nuestra villa Otordefumos (como a Tordesillas, Otordesiellas).

Por lo tanto, con el paso del tiempo, Oter se transformó en Otor y el uso popular de la lengua propició la aparición de una aféresis con la pérdida de la O y la transformación de Otor en Tor: La sustitución de “h” por “f” no comporta ningún cambio de significación. Así llegamos al topónimo que identifica a la villa de Tordehumos.

 

Tordehumos se encuentra a unos 50 kilómetros de la ciudad de Valladolid y está enclavada en la falda del otero que le da nombre, en las inmediaciones de la ribera del río Sequillo.

Al llegar a Tordehumos, debemos hacer una primera parada en la Plaza Mayor donde se encuentra el Ayuntamiento y la Oficina de Turismo. Desde allí, descendiendo por la calle Mayor, encontraremos el edificio de la Iglesia de Santa María La Sagrada. Es una construcción renacentista del silo XVI que, a pesar de su pobre arquitectura exterior, guarda en su interior verdaderas maravillas. El edificio, construido en piedra, tiene una sola nave dividida en seis tramos. La nave se cubre con bóveda de cañón sustentada por arcos de refuerzo, denominados arcos fajones o torales, apoyados en pilastras y reforzados al exterior con contrafuertes. La capilla mayor tiene una bóveda estrellada de terceletes que cuenta con cinco claves, una principal y cuatro secundarias. La capilla mayor aloja un retablo que ha sido restaurado recientemente (2018). Según los expertos, este retablo, que vio la luz en el segundo tercio del siglo XVI, es un buen retablo renacentista de gran valor tanto en lo escultórico como, sobre todo, por la valía de sus pinturas. Las esculturas salieron de los talleres de Juan Ortiz el Viejo y de Juan de Balmaseda, mientras que las pinturas han sido atribuidas a Juan de Villoldo y a sus discípulos.

En el lado de la epístola se encuentra un retablo del siglo XVI que fue restaurado en el año 2008. En el momento actual, la hornacina central está ocupada por una talla de la Inmaculada, del siglo XVII, que sigue los modelos salidos del taller de Gregorio Fernández y que, también, fue restaurada en el año 2008.

En el lado del evangelio hay un retablo de estilo plateresco restaurado en el año 2015 cuyas pinturas se atribuyen a Antonio Vázquez. En el mismo lado hay un retablo barroco con columnas salomónicas, del siglo XVIII. La hornacina central aloja una imagen de Jesús Crucificado. Es una bella escultura que se atribuyó inicialmente a la mano de Francisco Giralte, aunque parece estar más cerca de las tallas salidas del taller riosecano de Pedro de Bolduque.

La Iglesia de Santiago es un edificio con influencia mudéjar, encuadrado en el estilo mudéjar Tierra de Campos, con tres naves encajadas entre la cabecera y la torre situada a los pies. La nave central posee un artesonado a par y nudillo.

Conserva, en espera de restauración, el retablo mayor, del siglo XVII, atribuido, en parte, a los Maestros de Toro, aunque parece evidente que la obra escultórica es un trabajo de colaboración de varios artistas. La iglesia de Santiago guarda una joya casi única: un púlpito de estilo gótico-mudéjar labrado en yeso, con fina decoración a base de motivos vegetales en el que se encuentra grabado el escudo de la familia Mendoza de la Vega. Además, la iglesia aloja en su interior una artística balaustrada de madera en el coro, la policromía de la bóveda bajo la torre y lo que queda del artesonado de madera en el centro de la nave central.

La Ermita del Cristo de la Vega, situada extramuros, es una construcción del siglo XVI, probablemente levantada sobre restos de una antigua iglesia ya que en uno de sus muros se escondía un arco con trazas mozárabes, del siglo X. En 1720, un grupo de ganaderos de la parroquia de san Miguel fundó la cofradía del Cristo de la Vega y, desde entonces, han cuidado de mantener el culto y el edificio.

El castillo de Tordehumos o, mejor dicho, los restos del castillo son un bien de interés cultural, amparado por la declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.

En el Inventario de Bienes del Patrimonio Cultural de Castilla y León se identifica al castillo de Tordehumos con el código 47-164-0001-001-0000-000. La ficha de inventario oficial dice que “Los restos del castillo se emplazan sobre la meseta superior de un amplio cerro testigo que destaca unos 80 metros respecto de las tierras circundantes, dominando así una vasta superficie del valle del río Sequillo. Se trata de una plataforma horizontal de contorno aproximadamente circular y vertientes pronunciadas en sus cuatro flancos -especialmente en el occidental y meridional-, sometidas a un acusado proceso de acarcavamiento”.  Por su situación privilegiada puede considerarse como el mejor Mirador de Tierra de Campos, desde el que pueden divisarse a lo lejos la Montaña Palentina y los Montes de León.

 

El Ecomuseo de Tordehumos nos devuelve a las raíces de la cultura rural, recordándonos cómo vivía y trabajaba la población de Tierra de Campos. Para conservar la memoria de la sociedad rural se ha recreado una casa de labranza, haciendo alusión a lo básico de la vida, con una alcoba como lugar de descanso y recogimiento y una cocina como espacio entrañable para elaborar las comidas, pero también como sitio de tertulia y ámbito de trabajos domésticos.

También se han dado cita en el Ecomuseo varios de los oficios rurales: labrador, pastor, herrero, zapatero, albañil, carpintero, curandero, guarnicionero.

El Ecomuseo puede visitarse durante todo el año, concertándose previamente la visita.

 

Las fiestas mayores de Tordehumos son las dedicadas a la Virgen de las Candelas, Patrona de la villa y, desde 2018, Alcaldesa Perpetua. El programa engloba actividades lúdicas variadas que se organizan durante cinco días, alrededor del día 2 de febrero. La seña de identidad de las fiestas son las tradicionales carreras de cintas a caballo para los quintos, para los jóvenes solteros y para los casados.

Las fiestas dedicadas al Cristo de la Vega se celebran a mediados de septiembre, alrededor del día 14, con una estupenda animación a cargo de las peñas y algún que otro espectáculo taurino.

El 25 de abril, día de san Marcos, tiene lugar una romería tradicional con visita a la ermita de La Vega y merienda en el campo.

En el penúltimo fin de semana de agosto, se celebra el Mercado Artesanal en el que se funden la artesanía y las manifestaciones culturales. A la oferta de los artesanos se suman las exposiciones, los conciertos de música folk y las danzas regionales.

 

Un viejo eslogan reza que “Tordehumos merece la pena”. Los ahumados estamos convencidos de ello y, por eso, desde aquí, invitamos, a todos los que lo deseen, a visitar nuestro pueblo. Además de tiendas, bares y restaurantes, existe una buena oferta de alojamiento que incluye el Centro de Turismo Rural don Agustín y la Casa Rural El Arriero.

¡Os esperamos!